Desenterré la mano,
la que soñaba ser tierra
y descubrí que había una hendidura en el telón
y que la escena tantas veces repetida podía ser cambiada.
Ahora estoy así,
así de pequeño frente al sol,
diminuto y nuevo como el barco de papel que reclama su alta mar;
con palabras,
con sonidos en la suerte de la luz apagada.
Cuidando el vértice de tu rostro,
como cuido el roce
como cuido el reojo en la mirada.
Y me guardo un camino para cuando estás así de lejos,
así de allá.
Y me guardo un territorio que tiene solo despertar
para cuando el alba canta frente al gallo inmutable
y todo es superficie
y yo tierra,
de nuevo tierra
y otra vez el espesor de las sombras
en el verso innombrable
y otra vez el árbol que es más otoño que la hoja que se seca
y sonrío
cuando me arrastras hasta el vértigo inicial de tu garganta
y venís viviendo
y venís proclamando mi nombre cuando estás en este acá,
en este lado de la mano.
Con los dedos así apretados
así de juntos
así de mismo el dedo mío con el tuyo.
lunes, 21 de julio de 2008
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