lunes, 21 de julio de 2008

Tercera gota

Suena un piano a lo lejos
como una idea que no hizo aun su aparición en la conciencia
y se acerca tu boca demostrando que el brillo
es una virtud ganada a la oscuridad.
Te miro y me pierdo como un detalle a lo lejos
y traspaso la voz
y me veo en verso,
me voy en cielo
y me cruzo de nombre a la madrugada...
Cuelgo la hora detrás del muro que deja su altura
y se abre el espacio que dejaste para mí.
Te he dicho
es cierto
que te quiero.
Pero no le he dicho así...
así de rostro
así de cuerdo
así,
simple,
como una inconsciente veracidad
y queda el día dibujado en la memoria
y queda el paso agonizante cuando me despido
y ya no estás de este lado de la mano,
y no despertamos en sábanas compartidas
pero vemos que somos dos frente al espejo
y revive el paso agonizante
y resurge el sendero que se apaga de a ratos,
porque soy ese el emperador indigente
que cruza de viento el fuego
para morir en tu abrazo...

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